Pablo Correa

El camino de la solidaridad

Pablo Correa Economista Jefe Banco Santander Chile

Por: Pablo Correa | Publicado: Martes 15 de marzo de 2016 a las 04:00 hrs.
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La solidaridad es tal vez uno de esos conceptos que a veces nos suenan algo ochenteros, un poco añejos y propios de otros tiempos, y tal vez por eso mismo no lo hemos escuchado mucho en la discusión pública nacional durante los últimos años. No obstante, es uno de los atributos que más necesita nuestro país. Esto, porque cuando la desconfianza hacia la autoridad política, la empresa privada, la elite intelectual y religiosa ha marcado las relaciones, socavando el diálogo y la búsqueda de consensos -elemento esencial para nuestro desarrollo-, movernos sin esa preocupación por el otro, sin ese sentimiento de ser parte de una sociedad que comparte valores, intereses y obligaciones, nos puede llevar a convertirnos en un país extremadamente individualista, egoísta y fragmentado.

Pero al mismo tiempo, en momentos de reformas e incertidumbres es cuando tenemos la posibilidad de ir un paso más allá. Es hora de enmendar el camino, de reconstruir los lazos y la visión del país que queremos, de impulsar cambios que nos beneficien a todos. Es tiempo de ser solidarios, entendiendo que es clave escuchar y ceder, para que la construcción del Chile que anhelamos sea un éxito. Es hora de convocar al diálogo para alcanzar objetivos comunes.

Por eso, ni el momento en el que llega el ex Presidente de Polonia, Lech Walesa, ni el nombre del seminario en el que participará mañana -“Solidaridad para los nuevos tiempos”- son casualidad, sino que están profundamente conectados con la reflexión que hoy nos resulta tan necesaria. Y es que enfrentamos nuevos desafíos, con una sociedad más exigente tanto en transparencia, en la calidad de las políticas y servicios que demanda, como en las respuestas que recibe por parte de los distintos actores y líderes de la sociedad.

Lech Walesa, líder del movimiento Solidaridad, conoce de cerca estos momentos de cambio. Fue protagonista de ellos, pasando a la historia por ser el último revolucionario del siglo XX, ícono de la caída del comunismo en Europa Central y Oriental. Un revolucionario que convocó a millones de polacos cuando era crucial generar un quiebre profundo, un cambio en el escenario a partir de una sociedad que exigía mayor libertad y dignidad, que pedía ser escuchada e incluida de verdad. Una tarea compleja, porque existían tantas visiones del país que se quería como polacos lucharon por lograrlo. Sin embargo, su tenacidad y capacidad de aglutinar voluntades rindieron frutos.

Es a partir de esa experiencia, de lo que logró con Solidaridad, de la cual debemos aprender. Hoy, las palabras de Walesa van mucho más allá de la historia de su vida y de su nación. Son una invitación a reflexionar sobre el futuro del país, convocando a los distintos sectores al debate, porque Solidaridad demostró que sí es posible construir entre todos, y que esos acuerdos no significan renegar de quienes somos ni de lo que representamos. Significan, por el contrario, que es necesario buscar lazos que nos unan, pilares sociales de los cuales todos nos sintamos parte, en derechos, deberes y dignidad.

Bajo este marco es imposible pensar en ciudadanos, empresas, iglesias, sindicatos o cualquier otro cuerpo intermedio como meros observadores, pasivos, alejados de lo que le ocurre y preocupa al resto. Walesa se enfrentó a un régimen en particular, pero la forma en que lo hizo sigue siendo totalmente actual, y se aplica tanto a la búsqueda de libertades más básicas como a la lucha por una sociedad donde todos buscan el bienestar del otro, tanto como el suyo. Eso es solidaridad hoy, y estoy convencido de que es lo que Chile demanda de todos en el nuevo escenario social, económico y político.

Ojalá que el legado y mensaje que nos entregue Walesa abra una oportunidad de ponernos a disposición de la transformación que la sociedad necesita, de tener el coraje para aceptar el desafío y de recorrer el camino de la solidaridad. Y si desde el lugar en el que estemos podemos también ser un poco revolucionarios, entonces, ¡bienvenido sea! si eso significa pensar y actuar desde la vereda de la solidaridad para fortalecer a un país que ha dado tantas muestras de que puede alcanzar un futuro de mayor convivencia y desarrollo.

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